El conjunto de actividades que solemos englobar en el término “sector turístico de un destino” es, probablemente, uno de los más afectados por la pandemia del COVID-19, si no el que más, cuando se contempla en su conjunto: líneas aéreas, infraestructuras, espacios visitables, comercios, ocio, cafeterías, visitas y actividades, transporte, agencias de viajes receptivas, alojamiento, parques, eventos, … también, equipamientos médicos, congresuales, deportivos, culturales, …, y empresas de bebidas, de telecomunicaciones, bancarias o de energía, muchas de los cuales dependen en gran medida de que haya visitantes de fuera para poder ser viables.
Y, también, por lo que vamos viendo, es posible que ese conjunto de actividades sea uno de los que tarden más en volver a una situación de normalidad una vez el país se vaya poniendo en marcha.Son muchos los factores que invitan a pensar así. Es difícil imaginar cuándo el viajar volverá a ser lo que era, si es que alguna vez esto llega a pasar. Millones de pasajeros llegando cada año en cientos de miles de aviones, barcos, trenes, …, a veces con trayectos de 12 o 14 horas en espacios que, ahora, consideraríamos pequeños y poco seguros. Es difícil imaginar también cuándo los países y las ciudades que se hayan librado del virus volverán a dejar entrar de forma masiva a visitantes de otros lugares del mundo que no estén todavía en lo que podríamos denominar un “estado de seguridad relativa respecto al contagio” que sea admisible. Es también difícil imaginar con cuánto dinero, y por cuánto tiempo, estarán estos visitantes en nuestro destino. Muy probablemente, vendrán con menos dinero del que solían traer y nadie sabe si estarán más tiempo o no. Otra incógnita.Es también difícil de imaginar cuál será la mezcla de visitantes que tendremos en el corto y el medio plazo, puede que en el largo también. Probablemente, todo apunta a que en el corto el visitante de proximidad, entendido éste como el español y el del sur de Francia, será el más probable y que, a medida que el sentimiento de seguridad se extienda, también se irá extendiendo el radio de los visitantes dispuestos a viajar hasta aquí. En este punto merece la pena destacar que un muy alto porcentaje de nuestros visitantes extranjeros son norteamericanos e ingleses (¿es fácil saber cuándo les vamos a dejar circular libremente por nuestras calles, hoteles y locales?), franceses, alemanes e italianos (¿querrán venir en coche hasta aquí?).Y, sin duda alguna, es también difícil de imaginar qué es lo que estos visitantes le pedirán al destino. Seguridad sanitaria, seguro. Capacidad de acogida, resiliencia, hospitalidad y buen trato, también. Posiblemente, esponjamiento de los espacios en los lugares cerrados, mejor gestión de colas, muchas actividades al aire libre y terrazas y, seguramente, precios muy ajustados para todo aquello que se pueda hacer. Porque, posiblemente, una de las pocas certezas que nos depara la situación actual es que, cuando esto acabe, todos tendremos menos dinero para gastar. Y, en ese sentido, el conjunto de actividades englobadas en el sector turístico estará, también, entre los más afectados. Es posible que el viajar se haya convertido en un derecho, pero sin duda alguna en los próximos meses, ¿años? será un derecho con menos prioridad respectos a otros muchos…Ante este panorama creo que solo cabe una actitud: hemos de tener fe en nosotros, en Barcelona como destino turístico y en la capacidad de salir adelante que muchas veces hemos demostrado. Sencillo, ¿no?
Y esa actitud se ha de ver reflejada, en mi opinión, en tres compromisos.
El primero, nos hemos de comprometer a gestionar la realidad, no a ignorarla o a no quererla ver. Hemos de ser ecuánimes para valorar la situación como es, sin escuchar, o siendo capaces de interpretar y filtrar, cantos de sirena por un lado o visiones apocalípticas por otro. Cuanto más realistas seamos, y en ese sentido el contar con información fiable y actualizada será fundamental, mejor, porque ello nos permitirá estar preparados para gestionar la realidad tal como es, no tal como nos gustaría que fuera o como nos dicen que podría ser. Si lo conseguimos, nos sentiremos más seguros, tendremos más control, y podremos saber y valorar las consecuencias de nuestras decisiones y acciones y, por lo tanto, mejorarlas.
El segundo, que el cómo de rasguñados, heridos, derrengados, derrotados o triunfantes salgamos de esto depende, en no poca medida, de la actitud y el esfuerzo que todos y cada uno de nosotros pongamos por salir adelante. Sin olvidar nunca las prioridades, lo social primero, hemos de tener claro que, con capacidad de trabajo, de esfuerzo y de imaginación por tener un proyecto ilusionante inmediatamente después, saldremos adelante. Pero, una vez más, depende de nosotros. Estos viejitos y viejitas que se nos están muriendo, a los que en muchos casos hemos abandonado a su suerte, no tuvieron en su momento ninguno de los instrumentos, herramientas, servicios, capacidades, información o educación de las que disfrutamos hoy en día, y sacaron adelante un país derrengado, partido, paupérrimo, adelante. Aunque lo que nos viene es tremendo, aterrador, si sentimos que con nuestra propia acción podemos hacer algo por salir adelante volveremos a tener la sensación de control, de que en una parte importante nuestro futuro, el cómo quedemos después de esta tragedia, depende de lo que hagamos cada uno de nosotros, no solo el Estado, tanto por nosotros mismos, como por los demás.
Y ello me lleva al tercer compromiso, que es el de la colaboración. Lo he dicho al principio del artículo. El conjunto de actividades que da forma al sector turístico es muy diverso y heterogéneo. Son actividades muy diferentes, que han generado potentes relaciones proveedor-cliente pero muy raramente relaciones de partenariado para crear proyectos conjuntos. Cada una tiene la visión del mundo que le proporciona su ventana de actividad, pero muy pocas tienen la visión global. Para mí, de los tres compromisos, éste es el más importante del que tiene que ser consciente el sector turístico, porque éste es inherente a su estructura. Además, todos tendremos menos recursos cuando esto acabe. Ninguno tiene garantizado sobrevivir en solitario. La ciudad, el destino, las empresas, tenemos muchas más posibilidades de salir adelante si conseguimos generar marcos prácticos de colaboración, orientados a resultados, en los que todos seamos conscientes de que para conseguir el bien individual hemos de pensar y actuar en el marco del bien colectivo, como sector. Necesitamos trabajar entre todos nosotros con una visión homogénea de destino, de cuáles son nuestros valores diferenciales, de lo que queremos ser, de quién queremos que venga a visitarnos y, sobre todo, hemos de alinear nuestras estrategias de promoción y de comercialización bajo una marca potente, Barcelona, que tiene unos valores reconocidos y que puede salir reforzada en su posicionamiento internacional si sabemos unirnos y trabajar en equipo. Si colaboramos entre todos nosotros también sentiremos que tenemos el control, porque compartiremos objetivos y trabajaremos de forma coordinada para conseguir el bien del destino que será, al final, el bien de cada uno de los actores del sector.
Tenemos marca. Tenemos experiencia. Tenemos reconocimiento internacional. Tenemos buenas empresas y empleados profesionales. Y tenemos un territorio atractivo, con personalidad propia, elementos culturales diferenciados, y una población acogedora y hospitalaria. La gente quiere, querrá, venir a Barcelona. Se lo hemos de poner fácil. Se lo hemos de poner atractivo. Y hemos de ser conscientes de que tenemos que ofrecer valor añadido. Si actuamos de forma individual, sin pensar en el conjunto, la mayoría de las veces a base de bajar el precio, tenemos el riesgo de convertirnos en un destino deseado pero barato, en el que no se valore lo que se ofrece y que aparezca el primero cuando el visitante potencial busque las alternativas más baratas.
Depende de todos nosotros, de todo el sector, independientemente de si se es hotelero, alojamiento turístico, restaurante, museo, guía, taxi, empresa de transportes, receptivo, comercio, teatro, festival, acto cultural evento deportivo, …, o un touroperador extranjero o un portal de viajes, que tengamos éxito en la tarea enorme que tenemos por delante. Solo trabajando juntos y con objetivos compartidos tenemos asegurado que Barcelona seguirá siendo el destino seguro, atractivo, aspiracional y transformador que ha sido durante las últimas décadas.
Y, en mi opinión, y aquí termino, tenemos la oportunidad, y el instrumento, para crear y compartir ese proyecto que consolide esa información, promueva el esfuerzo individual y potencie la colaboración. Se llama Turismo de Barcelona. Un organismo que en su momento supo ser innovador y ejemplo para, literalmente, todo el mundo, y que tiene el reto en estos momentos de reeditar ese éxito reinventándose en un entorno totalmente diferente, mucho más complejo, mucho más difícil, pero también mucho más sugerente, con muchas más posibilidades para los que saben arriesgar, innovar, ser ambiciosos y trabajar en equipo bajo un liderazgo enérgico y eficaz.
Ojalá, entre todos, seamos capaces de levantar la vista más allá de los límites de nuestros establecimientos o empresas y entender que los que comparten nuestra calle, nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestro territorio, son nuestros partners antes que nuestros competidores, y que tenemos la oportunidad única, con información, con determinación y trabajando juntos, de crear un proyecto común que nos beneficie a todos y que coloque a Barcelona, una vez más, como un ejemplo a seguir y a imitar. ¿Nos ponemos a ello?
Ángel Díaz
Presidente de Advanced Leisure Services